Es un momento decisivo para cambiar el rumbo de Colombia y lo vamos a hacer.
El país está profundamente afectado por la pobreza, las desigualdades, el desempleo, los altos precios de la canasta familiar y las puertas cerradas a las oportunidades de educación y salud. La economía no está al servicio de la gente, sino de unos pocos. El país tiene una muy alta concentración de ingresos y de riqueza, lo que nos hace una de las sociedades más desiguales del mundo. En los últimos años los pobres y la clase media han visto un fuerte deterioro de sus condiciones socioeconómicas; 16 millones de colombianos no alcanzan a tener 3 platos de comida al día; 1 de cada 3 de nuestros jóvenes no estudia ni trabaja y la tragedia social es más grave para las mujeres.
En las raíces de muchos de los males está la corrupción, que se queda con recursos públicos que deberían ser invertidos en el desarrollo social y el bienestar de la gente. Los corruptos, además, sacan de la competencia a empresas serias y comprometidas con el país, usando el intercambio de favores, sobornos y violencia. Y cuando llegan al poder, con la ayuda del clientelismo, definen políticas económicas que benefician los intereses de algunos sin atender las necesidades de todos. La corrupción es una amenaza a nuestra democracia. Es inaceptable, por ejemplo, que muchos departamentos ricos en recursos sigan estancados, como es el caso de el Cesar y la Guajira, a pesar de recibir las regalías del carbón.
Pero vamos a cambiar. Usaremos nuestra riqueza, el trabajo, el talento y el conocimiento de la gente para tener un mejor país. Vamos a convertir la desilusión y la rabia en esperanza, vamos a recuperar la confianza en el Estado con ética, transparencia y el poder de la decencia. Construiremos una economía para el servicio de la mayoría y, a diferencia de quienes usan el malestar para liderar con populismo, o de quienes usan el continuismo –para mantener el privilegio de pocos–, vamos a propiciar una convergencia de los sectores privado, público y comunitario para poner en marcha una nueva estrategia de desarrollo productivo, integrando educación, ciencia, tecnología, innovación y emprendimiento, con el propósito de generar 1,5 millones de nuevos empleos formales, aumentar los salarios y reducir así la pobreza y las desigualdades.
Este cambio se logrará aprovechando: 1. Sectores agropecuarios, industriales y de servicios capaces de incorporar nueva tecnología y ser más productivos, 2. Nuestras empresas, universidades, centros de investigación y centros de formación técnica; 3. La diversidad de nuestra sociedad y la biodiversidad de nuestras regiones, y 4. El trabajo y el conocimiento de los colombianos y colombianas, dándoles oportunidades de formación y empleo formal, teniendo en cuenta especialmente a los jóvenes y mujeres –fuertemente afectados en estos tiempos de crisis–. Hay esperanza cuando reconocemos las capacidades de nuestro país, las fortalecemos y las aprovechamos.
Nuestro programa económico tiene como eje central una estrategia de desarrollo productivo, integrada a una estrategia de educación, ciencia, tecnología, innovación y emprendimiento. Tener a la educación como motor transformador de la sociedad ha sido clave en el proyecto colectivo que he representado por más de 20 años. Lo que logramos en nuestras experiencias de gobierno podemos llevarlo a todo el país desde el gobierno nacional.
Les comparto aquí 10 puntos de la nueva estrategia de desarrollo productivo, que explicaremos con detalle en las próximas páginas:
Una transformación productiva en la que la agricultura, la industria y los servicios, en especial los de alto contenido tecnológico, tendrán un papel prioritario. Son sectores con altísimo potencial para generar empleo; aumentar la productividad, que se traduce en más altos salarios y mayor rentabilidad de las empresas; garantizar la seguridad alimentaria que necesita el país; tener un modelo productivo con sostenibilidad ambiental, y aprovechar las capacidades de las regiones de acuerdo con su vocación productiva.
Dejar atrás la dependencia del petróleo y el carbón, sectores que nos exponen a riesgos ambientales y macroeconómicos, y pasar a tener una estructura exportadora más diversificada y competitiva internacionalmente. El mundo está cambiando rápidamente: nuestros productos mineros van a escasear en un futuro cercano y el planeta nos pide que busquemos nuevas maneras de prosperar y usar nuestras riquezas.
Ciencia, tecnología, innovación y emprendimiento para que las empresas de todos los tamaños sean más competitivas, generen más valor y puedan contratar más personas que hoy están desempleadas, en la informalidad o que pasaron a la inactividad después de la búsqueda sin éxito de un trabajo.
Triplicaremos en los próximos 4 años el gasto en investigación y desarrollo, que hoy es apenas 0,3% del PIB, para dejarlo en el 1% del PIB. Lo haremos con un fondo público-privado de ciencia, tecnología, innovación y emprendimiento.
Centros de Investigación e Innovación enfocados en los desafíos del país: ciencia y tecnología para la agricultura, la industria y los servicios, energías y cambio climático, salud y bioeconomía. En varios casos los centros de investigación deben ser creados para coordinar redes de investigación y estos estarán ubicados en las regiones de acuerdo con sus ventajas geográficas y productivas. Por ejemplo, los asuntos de energía y cambio climático podrán estar en la región Caribe y los de Bioeconomía en la región Pacífico.
Planes regionales de ordenamiento productivo. Para cada región haremos planes de ordenamiento productivo aprovechando las Regiones Administrativas y de Planificación (RAP): Pacífico, Caribe, Amazonía, Santanderes, Llanos, Central y Cafetera. Muchas obras y proyectos de importancia son de escala regional y necesitan mejor coordinación departamental.
Educación y formación para las regiones. Las políticas de empleo no pueden estar únicamente en manos del gobierno central. Los actores locales son esenciales para que el capital humano sea pertinente para las apuestas de desarrollo productivo del país. Trabajaremos con varios actores, como el SENA, las universidades, las Cámaras de Comercio y las Cajas de Compensación. Cada región, que tiene un aparato productivo diferente, puede formar su capital humano de acuerdo con sus necesidades.
Mejor infraestructura física, tecnológica, de información y administración para que las empresas puedan competir en los mercados internacionales con mayor rentabilidad y menos obstáculos.
El papel activo de las pequeñas y medianas empresas, que emplean a 2 de cada 3 trabajadores, y que necesitan apoyo público para su innovación y emprendimiento, a través de crédito y formación técnica para sus empleados.
Un Sistema Nacional de Cuidado, como red de protección integral para niños, niñas, adultos y adultas mayores y personas en situación de discapacidad. Además de mejorar el bienestar de todos y todas, posibilita una mejor participación de las mujeres en el mercado laboral.
En 2020, cuando Colombia sufría el efecto más fuertes de la crisis, fuimos los únicos en presentarle al país propuestas concretas de reactivación; “empleos de emergencia”, con prioridad en las ciudades más afectadas por el desempleo, con fortalecimiento de la infraestructura social (educación, salud y cuidado) y con prioridad en el trabajo de las mujeres y “estudiantes primero” para los y las jóvenes que han visto truncadas sus trayectorias en la educación universitaria y en la formación técnica, tanto en instituciones públicas como privadas.
Siempre entendimos que la urgencia de la gente no da espera y, por eso, el programa económico que presento en esta Campaña incluye un plan de choque para generar empleo, acompañado de una propuesta para fortalecer el ingreso básico para los más pobres. A estas líneas de emergencia, uniremos un programa para activar medidas inmediatas de seguridad alimentaria, con bancos de alimentos, comedores comunitarios, y compras directas a pequeños productores agrícolas, para corregir de inmediato los efectos de los altos precios de los alimentos en las clases pobres, vulnerables y media. Es inaceptable que millones de colombianos no puedan tener tres comidas al día, mientras se desperdician 1,5 millones de toneladas de alimentos al año y los campesinos del país no tienen las condiciones para producir y vender sus productos eficientemente.
Por último, este programa presenta un paquete de tres reformas económicas pendientes -pensional, laboral y tributaria- que, junto con una mayor eficiencia del gasto público, permitirán sostener la protección social de los trabajadores y los adultos mayores, y financiar nuestro programa económico. Los puntos centrales de estas reformas son:
En la reforma pensional: una transición hacia una estructura pensional de pilares, que garantice una cobertura universal de los adultos y las adultas mayores.
En la reforma laboral, contemplamos una normativa laboral que proteja verdaderamente a los trabajadores en actividades de contratación por horas, formalización del trabajo y programas de formación para el trabajo. Esta normativa debe ser resultado de una gran concertación nacional con los sindicatos, los empresarios y el gobierno.
En la reforma tributaria, proponemos una nueva estructura tributaria que tenga impuestos más progresivos, lo que quiere decir que deberán ser pagados por personas de más altos ingresos y riqueza; lucha contra la evasión y eliminación de exenciones y beneficios tributarios ineficientes. El objetivo es recaudar 33 billones de pesos adicionales –llevando los ingresos tributarios como porcentaje del PIB al promedio latinoamericano–. Los recursos públicos son sagrados y serán administrados en nuestro gobierno con ética y transparencia.
Nuestro programa económico es la plataforma de una economía moderna en la que el empleo, la productividad y los mejores salarios nos permitirán destruir los muros de las desigualdades, que se atraviesan en el camino de las personas hacia las oportunidades para el desarrollo de sus proyectos de vida. Este programa económico es un bloque central para construir el proyecto de país que queremos: un país justo, solidario y en paz, que cree riqueza para sus regiones, capaz de reducir las brechas de género, que atienda sus desafíos ambientales y aproveche las capacidades de Colombia para su transformación.
Con esa visión les presento nuestro programa económico. Colombia va a cambiar. Con seriedad, ética, conocimiento, un liderazgo colectivo y constructivo, y una economía al servicio de la gente, podemos transformar juntos a Colombia.