En Tumaco hay gran tensión y temor. El muy precario sistema de salud, y la situación económica y social del puerto hacen presagiar períodos muy críticos por venir.
“En Colombia se están haciendo proyecciones de más de 3.000 muertes. ¿Quién cree Ud. que va a poner la mayoría de esos muertos? Pues como ha sucedido con la guerra y la pobreza, seremos nosotros también, los del Pacifico”, me dijo una líder social de Tumaco.
En Tumaco se siente físico miedo por lo que pueda suceder con la emergencia de salud en las próximas semanas.
En este, el segundo puerto más importante del Pacifico colombiano, no hay hoy ni una sola UCI (Unidad de Cuidados Intensivos), ni un solo ventilador, ni siquiera una unidad de oxígeno, para sus mas de 220 mil habitantes (casi 100 mil en la zona rural).
Sus dos hospitales, el San Andrés y el El Divino Niño, de segundo nivel y primer nivel, están intervenidos y en quiebra desde hace varios años, producto del robo de recursos destinados a la salud.
Adicionalmente, la institución médica más cercana, con servicios de tercer nivel, se encuentra ubicada en Pasto, a 300 kilómetros de distancia, unas seis horas en carro.
Uno de los líderes con las que conversé, me dijo que si quería hacerme una idea de la situación, observara un video viral en las redes tecnológicas de los habitantes del puerto.
Se trata de una canción con música tradicional de la zona, creada por la agrupación Plu con Pla. Mientras su letra invita a estar en casa, señala las falencias y problemáticas del municipio. Al final concluye, de forma algo trágica, pero quizá realista: “A lo que quieres, ve diciendo hasta luego.”
La gravedad de la situación y la incertidumbre en Tumaco tiene tres motivos principales. Uno, las medidas adoptadas por el gobierno central mantienen practicas históricas, que desconocen, o quizá desestiman, los conocimientos, necesidades y particularidades de las comunidades y territorios del Pacífico.
Las decisiones tomadas desde Bogotá, por ejemplo, no han consultado, ni tenido en cuenta las redes sociales (urbanas y rurales) de cuidado de la salud, que incluyen centros de salud, madres comunitarias, promotores de salud de resguardos y consejos comunitarios, y redes de parteras. Tampoco han acudido a la experiencia e información más actualizada y completa, con la que cuentan las sedes municipales del Bienestar Familiar, u organismos de cooperación nacional e internacional como la Pastoral Social o el Consejo Noruego; ni se ha recurrido a centros e investigadores con décadas de conocimientos en el tratamiento de enfermedades tropicales, con sedes y personal en la zona.
Acciones como las que hoy toman las alcaldías de ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, fundadas en estudios, en el análisis de equipos de expertos y en las contribuciones de prestigiosas empresas, empresarios y de la ciudanía en general, suenan como a ciencia ficción en un lugar como Tumaco.
Sólo para lavarse las manos, la mayoría de la población debe recurrir a pozos acuíferos, porque el precario servicio sólo llega a unos pocos sectores, y cuando llega, llega una vez al mes o, con fortuna, cada 15 días.
Además, como fue manifestado en estas capitales, los dineros y apoyos anunciados por los altos funcionarios del Estado central, aun no llegan, y los lideres del puerto temen que muchos de esos recursos se embolaten en las redes de corrupción política. Incluso, que terminen en manos de personas que se aprovechen de la crisis, y empeoren la ya delicada situación social y de salud, y puedan desatar desordenes sociales, o acciones desesperadas en diversos sectores de la población.
Dos, por asuntos culturales, pero sobre todo de necesidad, un alto porcentaje de los pobladores de Tumaco no ha acatado con disciplina la cuarentena decretada por el gobierno desde Bogotá.
Esto, no solo se debe al carácter social y a las fuertes redes de solidaridad, que caracterizan a las gentes de la región, sino a las muy altas tasas de pobreza, desempleo e informalidad que superan el 80 por ciento de la población.
Por ejemplo, en la mañana siguiente al anuncio que hizo el presidente Duque sobre la asignación de subsidios y mercados para los más pobres, cientos de personas colmaron instalaciones de la alcaldía, de bancos y supermercados, en busca de recursos y auxilios, rompiendo incluso, el toque de queda decretado por las autoridades del municipio.
Asunto que pone otra vez en evidencia, las escasas consultas y consideración de las situaciones locales en las medidas que está tomando la dirigencia del país. Así lo muestra el desesperado llamado de María E. Angulo, la alcaldesa de Tumaco, que ha pedido la militarización del municipio.
Mientras tanto, autoridades indígenas señalan que la presencia de la fuerza pública y la erradicación forzada de cultivos, que todavía mantiene el gobierno en sus territorios, atentan contra la binacional Familia Awá, que ancestralmente ha vivido entre Nariño, Putumayo y Ecuador (ver).
Tres, Tumaco está muy cerca de Ecuador, y el flujo marítimo de personas y de productos, legales e ilegales, se ha mantenido. En sus zonas rurales, hay poblados a los que se puede llegar en pocos minutos en un “potrillo”, una pequeña y alargada canoa.
En lancha, se puede llegar desde uno de los muelles del puerto a San Lorenzo, en unos 45 minutos a Esmeraldas, capital de la Provincia con el mismo nombre, y fuertes vínculos con Guayaquil, una de las ciudades más afectadas por el coronavirus, se puede llegar en una hora media, también por el mar.
La información que hasta ahora se conoce, muestra que el primer caso del bebé contagiado con covid-19 en Tumaco, que hoy se recupera en Pasto, fue producto del contacto con una familiar de Ecuador, producido durante uno de estos desplazamientos en una embarcación que llegó del vecino país.
Sin embargo, en medio de estos eventos, como también ha sucedido históricamente, las organizaciones sociales y la ciudadanía de Tumaco no se han quedado quietas. Redes, movimientos y entidades del puerto buscan como ayudar a enfrentar la crisis social y de salud. La Diócesis está recolectando donaciones1 para rescatar el sistema de salud, y contribuir a que se atiendan todas las necesidades de la población, además de las que se generen por el virus.
Empresarios y comerciantes, han donado alimentos, y la Cámara de Comercio está liderando la recolección de fondos para conseguir ventiladores, oxígeno y camillas que permitan atender de la mejor manera la emergencia.
De manera similar, en una sentida nota de audio, la líder emblemática del Tumacazo, Elvira Quiroz, pide que ayudemos a los 34 ancianos de la Fundación del Divino Niño Jesús para la Tercera edad. La Fundación, vive momentos muy difíciles, pues en medio de la crisis, se le adeudan siete meses del dinero correspondiente al sostenimiento, empero todo su personal sigue laborando2.
Profesores y estudiantes también estamos contribuyendo a producir información y a visibilizar, de manera compleja y responsable la situación. Además, estamos trabajando por crear redes entre personas de la región formadas en programas de posgrado, y que hoy ocupan posiciones importantes en la toma de decisiones locales y regionales3.
Hoy como en el pasado, Colombia necesita de Tumaco, y no al revés.
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