martes, 31 de marzo de 2020

"Nos creíamos invencibles"



Nos creíamos invencibles. Íbamos a cuadruplicar la producción mundial en las tres décadas siguientes. En 2021 tendríamos el mayor crecimiento en lo que va del siglo. Matábamos 2.000 especies por año haciendo alarde de brutalidad. Habíamos establecido como moral que bueno es todo lo que aumenta el capital y malo lo que lo disminuye, y gobiernos y ejércitos cuidaban la plata pero no la felicidad.
Se nos hizo normal que el diez por ciento más rico del mundo, Colombia incluida, se quedara cada año con el 90 por ciento del crecimiento del ingreso. Habíamos excluido a los pueblos indígenas y a los negros como inferiores. Los jóvenes se habían ido del campo porque era vergüenza ser campesinos. Estábamos pagando investigaciones para arrinconar la muerte más allá del cumpleaños 150.
Había preguntas incómodas. Para acallarlas inventamos que podíamos prescindir de la realidad. Con Baudrillard y otros filósofos nos alienamos en un mundo “des-realizado” y escogimos líderes poderosos que dejaron de lado la verdad; y nos dimos a consumir cachivaches y fantasías y emociones que encontrábamos en Netflix, YouTube, Facebook, las celebridades y hasta pornografía de redes, donde metimos la cabeza como avestruces.
Quedaban los pueblos indígenas y los jóvenes y grupos de mujeres y de hombres que nos decían que habíamos perdido la ruta de la realidad y del misterio. Que las condiciones estaban dadas para una fraternidad planetaria. Les decíamos atrasados y enemigos del progreso. El declararse ateo, que puede ser una decisión intelectual honesta, se convirtió en no pocos muestra de suficiencia. El Homo Deus, Hombre Dios, fue el título del libro de Noah Harari que devoramos.
Pero de pronto la realidad llegó. El coronavirus nos sacó de la ilusión de ser dioses. Quedamos confundidos y humillados mirando subir las cifras reales de infestados y muertos. Y no sabemos qué hacer. Ante la realidad Harari llamó estos días al espíritu de solidaridad que antes no vio.
La vulnerabilidad
No estamos definitivamente seguros nunca. En pocas décadas, todos nos habremos ido con o sin covid-19. La aplanadora de la muerte empareja nuestras estúpidas apariencias. “Pallida mors aequo pulsat pede”. La pálida muerte pone su pie igual sobre todos. Y el día que llegue nadie se lleva nada. Nos vamos solos. Sin tarjetas de crédito, sin carro, sin casa. Iremos con lo que hemos sido en amor, amistad, verdad, compasión, y con lo que hemos sido en mentira, egoísmo, deshonestidad. Así enfrentaremos el misterio y nos recordará o rechazará la historia.
Y sin embargo, vivir con grandeza la vulnerabilidad es vivir auténticamente, solidarios e interdependientes, porque allí entendemos que todos somos llevados los unos por los otros, protegidos los unos por los otros. No importa la raza, ni el género, ni el país de origen, ni las clases sociales, ni el dinero, ni la religión. Es el mensaje del covid-19.
La vulnerabilidad nos lleva a incluir a los demás sin creernos superiores. Nos permite celebrar cada día como si fuera el último. Nos da el coraje ante el riesgo y la audacia de anunciar con alegría la esperanza en medio de las incertidumbres.
La vulnerabilidad llega para que los gobiernos entiendan qué es el Estado. La única institución que tenemos los ciudadanos para garantizar a todas y todos por igual, en las buenas y en las malas, las condiciones de la dignidad. Para eso están los presidentes y los ministros y la Policía y el Ejército, y los jueces y el Congreso. Todos vulnerables.
La verdad dura
En la Comisión de la Verdad de Colombia oímos con frecuencia que es un error buscar la verdad de lo que pasó en el conflicto. “Dejen eso así”, es la expresión proveniente muchas veces de un temor auténtico. Pero la realidad de la pandemia muestra que no podemos escapar de la verdad. Que tenemos la responsabilidad de esclarecerla. Por eso la pregunta mundial hoy es sobre la verdad del covid-19, ¿qué elementos lo componen, cómo se expande, cómo se puede detener? No aceptamos que nos digan que posiblemente es el montaje de un susto, que a lo mejor en un mes habremos salidos, que con el rezo de una novena se cura. No nos sirven suposiciones, ni ilusiones, ni creencias. Necesitamos saber la verdad.
Quizás ahora se comprenda por qué seguimos buscando la verdad del conflicto armado interno colombiano para encarar realidades que nos destruyen. No podemos abandonar la obligación de esclarecer el asesinato de más de 300.000 civiles y de 9 millones de víctimas sobrevivientes. Y mientras no conozcamos las causas estructurales y asumamos las obligaciones que surgen de esa verdad, continuaremos lo que hoy sigue, con 10.000 personas armadas entre el ELN, las disidencias y los grupos del narcotráfico, el asesinato de líderes y la ruptura de las comunidades.
Estamos de acuerdo con las medidas extraordinarias tomadas por el gobierno y los alcaldes ante el coronavirus. Son decisiones de poder de Estado que muestran que sí es posible lo extraordinario ante una realidad mortal cuando hay voluntad política. ¿Cuándo tomaremos medidas extraordinarias contra la violencia política unida al narcotráfico que ha sido mucho más letal que la pandemia entre los colombianos?
El mensaje de los Kogui
Hace tres semanas los mama Kogui nos recibieron en La Sierra por una invitación de Juan Mayr. Nos compartieron el dolor de la destrucción de su hábitat y la dificultad para preservar los sitios sagrados. Estaban enterados de la pandemia y el mensaje que nos dieron fue sencillo y claro:
Las fuerzas espirituales que originaron la naturaleza pusieron el conocimiento en cada ser. Hay un conocimiento en la tortuga, en el árbol, en la piedra, en el agua… Los seres humanos tenemos que aprender de ese conocimiento. Pero hemos ido matando a esos seres, y al matarlos, matamos el conocimiento. Por eso cada vez conocemos menos, y por eso pasamos a matarnos a nosotros mismos, y puede ser que la naturaleza termine por matarnos a todos.
El mensaje no es para dejar lo ganado con la ampliación de la expectativa de vida al nacer, la educación y la tecnología que nos comunica. Es para invitarnos a cambiar todas las locuras que nos distanciaron de la naturaleza y de nosotros mismos y nos precipitaron en el egoísmo, la injusticia, la inequidad, la violencia y la mentira.
La gente primero
Estamos recluidos. Trabajamos por las redes. En la Comisión de la Verdad escuchamos las grabaciones de 12.000 víctimas. Leemos. Contrastamos opiniones. Como nosotros, millones en Colombia trabajan en sus casas y reciben ingresos. Pero hay otros millones que comen de lo que ganan en el día, que no pueden comprar un bulto de papa porque pagan cada noche por la libra de arroz y el cuarto de aceite.
¿Qué va a ser de ellos? ¿Cómo van a sobrevivir encerrados cuando pasen tres semanas, o 20? Son las preguntas de madres solteras populares, de miles de pequeñas iniciativas familiares que venden en la calle, de millones de hogares donde la casa es un hacinamiento de dos cuartos donde viven del rebusque cinco o siete personas. Estas preguntas ponen a prueba al Estado y a la solidaridad de todos nosotros. Si todos dependemos de todos y no respondemos, esa multitud va salir a llevarse lo que haya en tiendas y supermercados, porque nadie puede dejar morir a su familia. En necesidad extrema todas las cosas son comunes, escribió el teólogo Tomás de Aquino. Si esa multitud sale a la calle nos invadirá el virus.
El Gobierno nacional y los alcaldes han de ir más lejos para estar a la altura de las exigencias de la crisis. Las empresas privadas y los bancos tienen que actuar. Y es una obligación personal de cada uno de nosotros, ciudadanos. Parece desproporcionado decirlo pero es un asunto de vida o muerte. De todos en la cama o todos en el suelo. ¿Seremos capaces esta vez de comportarnos como seres humanos?
El silencio
Las calles están vacías. La locura de correr para llegar puntuales se ha detenido. La ansiedad del tráfico insoportable no nos atrapa. Si queremos, por fin podemos hacer silencio. Si lo hacemos tenemos la oportunidad de acceder a lo profundo de nosotros mismos, conectarnos y comprender. Podemos hacerlo en familia. Es el momento de dosificar el tiempo ante la televisión y el celular para abrir espacio a la realidad del misterio que se deja sentir cuando nos abandonamos en quietud a lo que llega desde nuestra experiencia interior. Allí accedemos a la sabiduría que hace clara la razón de vivir, y lúcida la conciencia y las responsabilidades personales y públicas.
Allí cobra sentido la determinación de avanzar a sabiendas de nuestra propia fragilidad. La necesidad que tenemos los unos de los otros. El significado de la dignidad auténtica que solo existe si las condiciones de la misma están dadas para todos y todas. La viabilidad de lo que nos parecía imposible: la generosidad, la solidaridad y, más allá de la justicia, la reconciliación y el perdón. El coraje de vivir en medio de la vulnerabilidad. 
*Padre Jesuita, filósofo, economista y presidente de la Comisión de la Verdad.

¿Cuáles son los desafíos que tienen los oradores políticos actuales?

"Las personas están fatigadas y extenuadas de discursos huecos, donde parecen más enfocados en mirarse el ombligo que en hacer un verdadero aporte honesto a la transformación y el cambio", afirmó Daniel Colombo en diálogo con Mensaje 360.

"Hay un divorcio enorme entre ciudadanía y política"

“El político que cree que se merece todo no tiene credibilidad porque la ciudadanía de inmediato se da cuenta que esa persona se sitúa por encima de todos”, afirmó Carlos Andrés Pérez en diálogo con Mensaje 360.

lunes, 30 de marzo de 2020

Lidiando con tus emociones




La ansiedad, la tristeza, el dolor e incluso la ira son respuestas normales al brote de COVID-19, y las personas experimentarán estas emociones en diferentes niveles.

Los cambios en los patrones de alimentación o sueño, la dificultad para completar las tareas diarias y el empeoramiento de los problemas de salud crónicos pueden ser el resultado del estrés debido al COVID-19.

Lo que puedes hacer:

Para cuidarse a sí mismo y a los demás durante este período desafiante, adopte las siguientes estrategias:

  • Limite el tiempo que pasas mirando la televisión, leyendo noticias y desplazándose por las redes sociales; Una mayor exposición a la información sobre COVID-19 puede elevar el miedo
  • Alimenta tu cuerpo y mente con una dieta saludable, ejercicio y actividades relajantes
  • Conéctese con otros en medio de períodos de cuarentena a través de la tecnología: las aplicaciones de mensajería de video le permiten estar "cara a cara" mientras mantiene las pautas de distanciamiento social recomendadas.

Juntos podemos aplanar la curva.

viernes, 27 de marzo de 2020

“La sociedad va a cambiar radicalmente después de esta crisis”

La filósofa augura que habrá “un antes y un después” y advierte: “O sacamos los arrestos éticos o muchos quedarán en el camino”

“Tenemos que sacar todos nuestros arrestos éticos y morales y enfrentarnos al futuro con gallardía, porque si no mucha gente va a quedar sufriendo por el camino, y a eso no hay derecho”, advierte la filósofa y catedrática de Ética, Adela Cortina, ante la pandemia de coronavirus.
En una entrevista con la Agencia EFE, asegura que la sociedad va a “cambiar radicalmente” después de esta crisis, va a haber “un antes y un después” de ella, y afirma que para poder salir delante se va a necesitar toda “la capacidad moral” y todo el “capital ético” de cada uno

“Plantearnos el futuro y elegir unidad o disgregación”

La catedrática de Ética de la Universitat de València destaca que los seres humanos tienen ahora que plantearse el futuro y decidir qué quieren: si una sociedad unida en la que trabajen todos juntos para que la gente esté mejor, o una marcada por la separación y el ir “unos contra otros”.
“Si elegimos el conflicto, la polarización y la disgregación, se nos irá todo al traste y sufrirá todo el mundo, desde los más vulnerables, por supuesto, pero también los más poderosos”, asevera.
“Si nos damos cuenta de que lo importante es estar unidos, porque las personas lo merecen y porque tenemos que trabajar juntos, nos irá muchísimo mejor”, sostiene Cortina, quien insiste que todo depende de la libertad de elección de cada persona y asegura que “hay mucho margen de maniobra” por parte de todos.
“Cultivar la solidaridad y las buenas costumbres cada día”
Insiste en que la solidaridad, la justicia y las buenas decisiones “se cultivan”, y eso va conformando un “carácter” en los pueblos y las gentes. “Nunca es tarde para empezar”, asegura Cortina, quien iprecisa que el coronavirus ha dado lugar a “brotes de solidaridad”, pero hay que ver cómo se actúa cuando no haya una “amenaza constante”.
“Nos estamos jugando mucho cada día, aunque solo nos acordamos de todas estas cuestiones en momentos de grandes amenazas, de grandes catástrofes o de grandes guerras: en esos momentos pensamos que habría que hacer las cosas mejor”, sostiene.
La catedrática de Ética reivindica que no hay que esperar a que haya una “desgracia rotunda” para darnos cuenta de que la humanidad “viviría mucho más feliz y mucho más contenta, y todos podrían salir adelante y seguir son sus planes de vida” si en cada ámbito de la vida social se trataran se alcanzar los fines por los que existen.
“A ver si aprendemos que, igual que el campo hay que cultivarlo día a día para que las plantas crezcan, nosotros también tenemos que cultivar las buenas costumbres, las buenas aspiraciones y hábitos y los grandes ideales en cada momento, no solamente cuando aparece una catástrofe aterradora”, afirma.
“No hemos aprendido nada de la crisis de 2007”
Cortina destaca que siempre se dice que hay que convertir las crisis en oportunidades de crecimiento, pero se teme que de la crisis económica de 2007 “no hemos aprendido nada”.
“Veo (tanto en la ciudadanía como en la política) las mismas actitudes de antes, el mismo jugar al día, a la baza más cercana, nunca pensar en el medio y largo plazo”, afirma la filósofa, que añade: “no se trata de hacer una jugada corta”, sino de “construir el futuro, que es algo muy amplio”, cada día.
Pero confía en que se aprenda de la crisis actual, por un motivo: “después de la catástrofe vamos a vernos con tal cantidad de retos y de problemas por resolver que, como no lo hagamos con ese pensamiento del medio y largo plazo va a quedar muchísima gente por el camino, en la cuneta”.
“Las empresas tienen que ser éticas en los ERTE”
La también presidenta de la Fundación Etnor (Ética de los Negocios y las Organizaciones Empresariales) defiende asimismo que en estos momentos las empresas “tienen que ser éticas, por supuesto que sí”.
”Si hay empresas que aprovechan este momento para eliminar puestos de trabajo de una manera que no es en absoluto necesaria, eso es una inmoralidad impresionante, y una buena empresa no lo hace”, alerta.
Adela Cortina afirma que, en este momento, seguir con un puesto de trabajo es “fundamentalísimo para la vida de las personas” y eso “una empresa ética lo tiene en cuenta”. Las que “despiden a gente sin ninguna necesidad” son “malas empresas”, añade.
Y concluye que lo mismo se puede aplicar a la política: “la que no se preocupa del bien común es una mala política, además de inmoral”.


adela-cortinas-sociedad-cambiar-radicalmente-despues-crisis-coronavirus.html

miércoles, 25 de marzo de 2020

Transformarnos





Cambiar la forma en que actuamos en la cotidianidad, tanto individual como colectivamente, es de las cosas más difíciles de lograr. La cultura arraigada en la sociedad se transforma a paso lento, excepto cuando se dan choques profundos de cualquier índole: social, político, ambiental. La pandemia del COVID-19 está desafiando todo nuestro mundo tal cual lo conocíamos apenas unas semanas atrás. Parar la pandemia y salvar el mayor número de vidas posibles es la consigna con la cual el mundo está trabajando en la actualidad.


Para ello, el liderazgo de las autoridades, el compromiso del sector empresarial y la corresponsabilidad de todos los ciudadanos es fundamental, así como la cooperación entre los países para compartir conocimientos, experiencias, recursos; como un médico chino afirmó recientemente: esta crisis tendrá remedio pronto si hay cooperación, más no si hay división.

La globalización nos hace más proclives a este tipo de riesgos, pero también nos permite obtener la solución de forma más expedita frente a una situación en la que estuviésemos poco interconectados.
En esta crisis nuestros valores son puestos a prueba. Hoy necesitamos ser más solidarios, más empáticos, lo que implica tratar de ponernos en el lugar del otro: del adulto mayor, de quien vive del diario y no tiene recursos para la subsistencia, de la persona con poca o nula red de apoyo. Asimismo, el aislamiento nos debe confrontar también frente a nuestras prioridades, por ejemplo, el cuidado de sí mismos, de los otros y del planeta.
Sin duda, saldremos de ésta, pero el gran desafío es hacerlo transformados para bien. ¿Será que sí lo logramos?
*Reflexión de Piedad Patricia Restrepo, directora de Medellín Cómo Vamos

jueves, 12 de marzo de 2020

La educación es el camino para nuevas oportunidades




En 2017, un documento de la Unesco evidenció que la pobreza mundial se reduciría en un 50% si las personas en edad adulta terminaran sus estudios secundarios

Está claro que debemos encaminar el desarrollo de políticas públicas en educación que garanticen este derecho fundamental.

Aun así sabemos, sin muchos análisis, que en países como Colombia la tasa de personas no escolarizadas es persistente, lo que hace que la finalización de la educación media y secundaria se mantenga en niveles por debajo de los objetivos, que afectarán las futuras generaciones.
El documento, titulado Reducir la pobreza mundial a través de la educación primaria y secundaria universal, se publicó antes del Foro Político de Alto Nivel de las Naciones Unidas y se centró en la erradicación de la pobreza en pos de la agenda 2030 para el desarrollo sostenible. Además, ahí se exalta la importancia de la educación como el camino para acabar con la pobreza en todas las formas existentes.
Pues bien, estos análisis deben ser de vital importancia para todos los actores que hacemos parte de la educación, aquellos que luchamos por la equidad social y que añoramos un planeta educado, donde sin duda la preparación es el camino de un mundo lleno de pocas oportunidades.
En el análisis del impacto de la educación sobre la pobreza realizado por la Unesco, rescatamos los datos que se arrojan en los efectos promedio de la educación sobre el crecimiento y la reducción de la pobreza en los países en desarrollo de 1965 a 2010. De hecho, el estudio muestra "que cerca de 60 millones de personas podrían escapar de la pobreza si todos los adultos tuvieran tan solo dos años más de escolaridad. Si todos los adultos terminaran la educación secundaria, 420 millones de personas podrían salir de la pobreza, reduciendo el número total de personas pobres en más de un 50% a nivel mundial y en casi dos tercios en África Subsahariana y Asia Meridional".

Además, se señala que: "Los estudios han demostrado que la educación tiene repercusiones directas e indirectas tanto en el crecimiento económico como en la pobreza. La educación proporciona habilidades que aumentan las oportunidades laborales y los ingresos, al tiempo que ayuda a proteger a las personas de vulnerabilidades socioeconómicas. Una expansión más equitativa de la educación reduciría la desigualdad y elevaría a los pobres del peldaño más bajo de la escala".
Podemos entonces saber con claridad cuál es el camino.
A razón de todo esto surgen inquietudes acerca de nuestras políticas de estado: ¿Qué hace el sistema para combatir la deserción, sobre todo en las zonas más apartadas de Colombia? ¿Si se satisface la alimentación de nuestros estudiantes para que puedan enfrentarse a los retos escolares? ¿Si estamos encaminando la educación basándonos en hechos concretos? ¿Según este estudio direccionamos grandes esfuerzos educativos a los departamentos con mayor índice de pobreza como La Guajira y Chocó? ¿Por qué aunque se elevan los presupuestos no se refleja en los resultados y la satisfacción de la población?
No dudando de las capacidades de nuestros gobernantes, este estudio lo resaltamos con el ánimo de seguir acelerando las políticas educativas hacia objetivos concretos y sobre todo a manera de reflexión en buena fe, aprovechando datos de relevancia donde podemos atacar las flaquezas y puntos neurálgicos, que nos lleven a ser una nación educada, con oportunidades, equidad social para todos nuestros habitantes y con índices de pobrezas en un mínimo posible.
La educación es el camino para nuevas oportunidades.

 Ruben Adolfo Ahumada Pulido enero 29, 2019

jueves, 5 de marzo de 2020

En 2018, Colombia estaría libre de analfabetismo






La Fundación Give To Colombia y la Organización de los Estados Iberoamericanos, OEI, con el apoyo del Ministerio de Educación, proyectan que en el 2018 Colombia sea declarada un territorio libre de analfabetismo.

Para lograr esta meta, pusieron en marcha el año pasado el Programa Nacional de Alfabetización, ‘Escribiendo cada paso’, con el que pretenden cerrar la brecha de desigualdad de millones de hombres, mujeres y niños que no han tenido acceso a la educación formal en el país, y darles la oportunidad de reescribir una nueva historia de vida.

Mariana Castro Domínguez, directora de proyectos de Give To Colombia, aseguró que “en nuestro país hay miles de personas que no han podido dar uno de los pasos más importantes y es el que les permite empezar a recorrer el camino de la educación”. Esta situación, dijo, de alguna manera los obliga a vivir bajo la sombra de otros.

“Cuando pensamos en analfabetismo creemos que son personas que no saben leer un libro, pero ser un analfabeta va mucho más allá, porque un analfabeta no puede ser una persona independiente, un ciudadano activo; no puede salir a votar, tomar un bus o escribir una carta, pues siempre va a estar dependiendo de otra persona. Aprender cosas tan simples como leer, escribir, sumar y restar, les transforma la vida completamente”, subrayó Castro.


Los analfabetas son personas mayores de 15 años, pues antes de esta edad se considera que está en la etapa normal de aprendizaje para leer y escribir. Una persona analfabeta es aquella que no sabe escribir ni leer.
Según datos del Ministerio de Educación Nacional, las zonas donde mayor número de personas iletradas se encuentran son aquellas que han sido azotadas por la violencia y el conflicto armado.
Asimismo, donde ha habido desplazamiento forzado, viven comunidades indígenas y las zonas rurales dispersas.
Esta información ha permitido caracterizar departamentos como Guainía, Vaupés, Vichada, Bolívar, Magdalena, Cauca y Chocó, y municipios como Tumaco y Buenaventura, con un alto porcentaje de analfabetismo.
Otro fenómeno que ha incidido en esta problemática estaría relacionado con la cultura machista.
“Muchas mujeres no han podido ir a la escuela porque se tiene la idea de que para qué van a estudiar si ellas se tienen que quedar atendiendo las labores de la casa y cuidando los hijos. Nosotros nos enfocaremos en las mujeres analfabetas de las zonas rurales, desplazadas y que son cabeza de familia”, expresó Castro.
Adicionalmente, explicó Castro, cuando los padres son analfabetos muchos niños tampoco acceden a la educación porque no la ven como necesaria al indicar que si ellos pudieron salir adelante sin estudio, sus hijos también pueden.
Una labor titánica
Si bien la idea de Give To Colombia y la OEI es para el próximo año tener cubierto el 3.8 de la población analfabeta mayor de 15 años, el trabajo apenas comienza.

Sin embargo, Mariana Castro está convencida de que si los colombianos se empoderan de esta campaña contribuyendo con un pequeño aporte se podrá hacer la gran diferencia.
“Con solo US$100 o US$130 puedes cumplirle el sueño a un colombiano de aprender a leer y escribir. Es un costo muy pequeño si se tiene en cuenta que con esto le transformarás la vida a un ser humano”, reiteró Castro, quien agregó que la campaña va por muy buen camino pues ya han recibido importantes donaciones.
Recordó emocionada historias de varias personas que, tras ser alfabetizadas, su vida dio un giro de 180 grados.

“Recuerdo una señora mayor que me decía que ya le podía leer un cuento a sus nietos; o el joven de 18 años que me dijo que ya se podía enamorar porque ya le podía escribir una carta de amor a su novia. Estos testimonios son espectaculares, uno no lo sabe, no lo puede percibir hasta que lo vive. Ahí entiendes la importancia y lo maravilloso de esta campaña”, subrayó.
El analfabetismo, enfatizó, genera un millón de problemas y con la educación se arranca de raíz una situación que no les permite mejorar sus condiciones de vida familiares, laborales y sociales.
Dijo también que dentro del segmento poblacional que se espera beneficiar con esta iniciativa están también los reinsertados, de los cuales se calcula el 70 % no ha recibido ningún tipo de enseñanza.
Aunque reconoce que es un momento difícil dada la situación económica del país y que no hay dinero para el programa de alfabetización, Mariana se mostró confiada en que a mitad de este año puedan comenzar con el proyecto.
“Nuestro objetivo es que en el 2018 podamos tener un país sin analfabetas y convertirnos en el país más educado de América Latina en el 2025”, puntualizó.
¿Qué es Give To Colombia?
Esta es una fundación sin ánimo de lucro constituida en los Estados Unidos que promueve la inversión social estratégica y apoya proyectos sociales en áreas de la educación, salud y nutrición, desarrollo económico y medio ambiente en Colombia.
El objetivo de la fundación es crear e implementar proyectos de alto impacto que produzcan un desarrollo sostenible en el país y aportar, de esta manera, a la construcción de una sociedad más justa y equitativa, movilizando recursos, talentos y tecnologías que beneficien a las poblaciones más vulnerables.
En los trece años que lleva en Colombia ha trabajado en 278 proyectos canalizando US$22 millones y beneficiando alrededor de 300.000 personas.

Los interesados en contribuir con el Programa Nacional de Alfabetización, ‘Escribiendo cada paso’, pueden consultar la página de la fundación: www.givetocolombia.org o escribir al email que allí aparece.