viernes, 16 de noviembre de 2018

La disciplina como factor de éxito


Nadie tiene éxito sin esfuerzo, aquellos que tienen éxito se lo deben a la perseverancia. Si bien es muy cierto no se llega al éxito siguiendo el camino más fácil la clave está en la perseverancia, en intentar una y otra vez hasta lograrlo sin rendirse en el camino.
Es muy probable que caigas una y otra vez, pero no dejes que un fracaso te detenga, debes ser constante en lo que buscas. Recuerda nadie dijo que el lograr el éxito sería fácil.
Aquí algunas claves para desarrollar disciplina:
1. Si no cumple con usted, no cumplirá con nadie: Este punto es como el respeto, si tú no te respetas, nadie lo hará. Si no puedes mantenerte promesas ante ti mismo no lo podrás hacer para con otros.
2. Sé disciplinado con pequeñas cosas: El hombre que mueve montañas empezó moviendo rocas, empieza con detalles en tu día a día, evitar el exceso de sal o azúcar, bajar de peso. Mantener en orden tu casa. Si no puedes con lo pequeño, no podrás con lo grande.
Recuerde: todo el mundo tiene problemas, todo el mundo tiene retos. El desafío está en vencerlos a puño limpio, sin atajos. Para un verdadero éxito no hay atajos.
Muchos queremos éxito, pero pocos estamos dispuestos a lograr cosas por conseguirlos. Si fuera fácil, todos lo harían.

https://latinmoney.net/la-disciplina-como-factor-de-exito/

martes, 13 de noviembre de 2018

Diez lecciones de vida que quizá deberíamos aprender de los ‘millennials’

Es una generación criticada por, entre otras cosas, mirar todo con el filtro de Instagram. Pero ¿se lo merecen? Ellos piensan que no



millennials
La directora y guionista 'millennial' Lena Dunhan se autoproclamó "la voz de su generación, o al menos, una voz" en su serie 'Girls'. En la imagen, Dunhan con uno de los protagonistas de la serie, Adam Driver.

A nadie le gustan los millennials. Son vagos, egocéntricos y narcisistas. No levantan la vista de su móvil y ven la vida a través de un filtro de Instagram. Encima, se creen que lo merecen todo, pero no poseen absolutamente nada. Algunos todavía viven con sus padres... The me me me generation ("la generación del yo yo yo"), así los bautizó la revista Times en su famosa portada de 2013, describiéndolos bajo este puñado de estereotipos y clichés que se han repetido hasta la saciedad. Porque si hay un patrón común a cada generación es el desprecio a la siguiente, pero pocas han levantado tanta controversia como la de los millennials.


La polémica portada de 'Time' que definió todos los clichés sobre 'millennials'.
La polémica portada de 'Time' que definió todos los clichés sobre 'millennials'.


Pero empecemos por el principio, ¿quienes son los millennialsexactamente? También conocidos como generación Y, son los nacidos entre los años 1981 y 1995. "Una generación que cabalga entre otras dos: una analógica, la generación X (nacidos a partir de 1970); y la Generación Z (nacidos a partir del año 1995), que son nativos digitales porque a partir de esa fecha el código de Internet se abre y empieza a llegar a todos los hogares. Los millennials se encuentran entre las dos. Se educan analógicamente, pero empiezan a crecer digitalmente y por eso todas las expectativas se han puesto en ellos", explica el economista Iñaki Ortega, autor del libro Millennials: inventa tu empleo (2014).
¿Son tan desastre como los pintan? Pues no. Los millennials son la generación más preparada de la historia. Les dijeron que se iban a comer el mundo, pero se lo encontraron en período de recesión. Llegaron al mercado laboral en una crisis que ellos no habían provocado -por si alguien tenía dudas- y que todavía aun hoy están pagando. Pero eso no les ha impedido emprender, viajar y cuestionar los esquemas sociales tradicionales.

“Han visto que las certezas de sus padres han dejado de ser así: un trabajo para toda la vida, un único modelo de familia, el estudiar una carrera y tener un empleo seguro..."
IÑAKI ORTEGA, ECONOMISTA Y AUTOR DE 'MILLENNIALS: INVENTA TU EMPLEO'

Estas son algunas de las lecciones que deberíamos aprender de ellos...

Trabajamos para ser felices y no para ascender en el escalafón social

Estudia una carrera, consigue un buen empleo, forma una familia, obtén una hipoteca a tipo fijo, compra una casa bonita, un coche de cinco puertas y una buena televisión… Lo que parece un resumen de aquel irónico monólogo que escribió Irvine Welsh en Trainspotting puede servir también para enumerar los valores que han determinado nuestra sociedad tradicional.
La máxima del trabajo duro y el estatus social marcó a los baby boomers(nacidos entre 1946 y 1964), pero las prioridades de los millennials son otras. ¿Que qué diablos quieren? ¿Acaso lo saben? Se estarán preguntando sus mayores. La respuesta es fácil: conciliar su vida laboral con su tiempo libre. “No viven para trabajar, trabajan para vivir”, anticipaba un artículo publicado en The Guardian en 2008. Y lo confirma el último estudio realizado por la multinacional Mangroup a 19.000 jóvenes de 25 países distintos, Carreras profesionales de los millennials: Horizonte 2020: “Priorizan tres cosas a la hora de elegir dónde y cómo trabajar: dinero, estabilidad y tiempo libre. Quieren que se les recompensen por su esfuerzo, sentirse seguros en su trabajo y tener la libertad de parar de vez en cuando”.

Vivimos el momento y no nos angustiamos por tener un plan de pensiones (entre otras cosas porque, al menos público, es difícil que lo tengamos)

Los millennials quieren ser felices, al menos, disfrutando de los pequeños placeres. Porque ellos también querían independizarse, conseguir un buen trabajo y formar una familia... Querían todo lo que les prometieron, pero se encontraron con otra realidad. “Han visto que las certezas de sus padres o abuelos han dejado de ser así: un trabajo para toda la vida, un único modelo de familia, el estudiar una carrera y tener un empleo seguro, saber que con esfuerzo podías obtener resultados… Todo eso ha desaparecido”, explica el economista Iñaki Ortega, autor del libro Millennials: inventa tu empleo.
“Son como peter pans, que no acaban de crecer porque la sociedad en la que viven no se lo permite: el mercado laboral es muy precario y no pueden empoderarse como individuos y formar una familia”, añade. Conscientes de que trabajarán más que sus padres y que quizás no lleguen nunca a tener un plan de pensiones, en lugar de quejarse (como suele decirse) prefieren disfrutar del momento. “Creo que nos medimos por la búsqueda de la felicidad. No tenemos esa conciencia de hormiguita de guardar para mañana. Si puedo hacer un viaje en vacaciones, lo hago. No me planteo ahorrar para meterme en un hipoteca dentro de cuatro años”, zanja Juan Rodríguez, de 31 años.

Estamos liberados sexualmente

No hace mucho tiempo, el sexo era tabú. Para nuestras abuelas la menstruación, más que un paso hacia la edad adulta, era una señal de peligro. La virginidad era sagrada y su cuerpo, un santuario que debían proteger. ¿De qué? Tampoco lo tenían muy claro. Pero nuestros abuelos no se acercaban a sus novias hasta el matrimonio. Los métodos anticonceptivos eran mucho más rudimentarios y los preservativos los conseguían de contrabando. Por no hablar de que hasta 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideraba la homosexualidad una enfermedad mental. Por suerte, mucho han cambiado las cosas.

“Los 'millennials' tenemos menos prejuicios a la hora de hablar del cuerpo. No solo estamos más informados. La moral católica que tenían las generaciones anteriores se va perdiendo. Ahora lo que se busca es disfrutar de tu cuerpo y hablar abiertamente de tu sexualidad”
MARTA, 28 AÑOS, MÉDICA

“Los millennials tenemos menos prejuicios a la hora de hablar del cuerpo. No solo estamos más informados. La moral católica que tenían las generaciones anteriores se va perdiendo. Ahora lo que se busca es disfrutar de tu cuerpo y hablar abiertamente de tu sexualidad”, explica Marta, de 28 años, médica. Aunque la conversación sexual entre padres e hijos sigue resultando incómoda y las clases de educación sexual en los colegios todavía son una asignatura pendientes, los millennials no solo han naturalizado el sexo, también son mucho más abiertos. Han iniciado el camino hacia la normalización de aquellos colectivos que no se identifican con lo "normativo". Según el estudio Ipsos Mori publicado en The Telegraph,solo el 71% de los millennials se consideraban "exclusivamente heterosexuales". Con ellos han explotado también términos como "pansexual" (atracción romántica o sexual por una persona, al margen de su género o sexo) o "bicurioso" (persona a la que le gusta experimentar con alguien de su mismo sexo de vez en cuando).

No temos prejuicios culturales: puedo ver 'Gran Hermano' y una película de Bergman

Han desacralizado la cultura. Los millennials no necesitan prescriptores que les digan qué leer, ver o escuchar. Internet les ha dado acceso a toda la información -tanta, que conseguir su atención supone un reto-, y gracias a esta libertad han forjado gustos tan heterogéneos que resultan incompresibles a ojos de los más puristas. “Hemos tenido la oportunidad de beber de muchas fuentes diferentes y por eso nos da un poco igual juntar la telebasura con el cine de autor. Podemos disfrutar de Gran Hermano y ver una película de Bergman. Ahí está la cuestión: en la alta y baja cultura. Creo que somos la primera generación que no hacemos esa diferencia”, explica Pablo, de 29 años, responsable de márketing en una editorial.


El 'youtuber' Jaime Altozano que, apesar del gesto, nos ha convencido de que la música clásica también es divertida.
El 'youtuber' Jaime Altozano que, apesar del gesto, nos ha convencido de que la música clásica también es divertida.


Solo hay que entrar en YouTube, el medio favorito de las generaciones Y y Z, para confirmar la teoría. Ter, youtuber de 26 años, imparte lecciones de arte comparando el trabajo de Le Corbusier con el trasero de Kim Kardashian. Y Jaime Altozano, de 24, ha hecho más por la democratización de la música clásica con su canal que cualquier institución. ¿Cómo? Explicándosela a los jóvenes en un idioma que entienden: con referencias a El Señor de los Anillos o Pokemon. Otro ejemplo lo hemos vivido con Amaia, de Operación Triunfo, cuyos gustos musicales incluyen a Marisol, El Mató A Un Policía Motorizado, C. Tangana o Neutral Milk Hotel. Así, sin complejos. “Estoy aquí porque hay que romper prejuicios”, fue la respuesta que dio la ganadora del programa al medio Indiespot, cuando le preguntaron qué pintaba ella en el festival Primavera Sound de 2017.

Tenemos conciencia medioambiental y no nos morimos por tener coche

Antes no nos preocupábamos por el calentamiento global, nos limitábamos a creer que el tiempo estaba loco. Cuando Al Gore presentó su documentalUna verdad incómoda en el festival de Sundace de 2006, muchos creyeron que el exvicepresidente estadounidense estaba exagerando. Sin embargo, el proyecto le dio el Oscar, el Nobel de La Paz y el título de profeta verde. Porque tenía razón. El cambio climático no solo es un hecho, también una de las principales preocupaciones millennial. Según la encuesta anual de Global Shapers, elaborada a partir de 31.000 participantes, el medioambiente y la destrucción de la naturaleza lidera el ránking de conflictos globales a los que se enfrenta esta generación, con el 48,8 % de los votos de los encuestados.

“En cinco años, cuando los niños vayan al colegio llevando una falda, nadie les molestará. Yo me estoy llevando la peor parte al ser el primero, pero las próximas generaciones pensarán que ciertas cosas son normales”
JADEN SMITH, 20 AÑOS, ACTOR, MÚSICO E HIJO DE LA ESTRELLA DE HOLLYWOOD WILL SMITH

“Son muy conscientes de las tres erres de la ecología: reducir, reutilizar y reciclar. Son más austeros, compran menos ropa, no tienen coche, son más consciente de los alimentos que consumen…”, enumera el sociólogo Juanjo Torres. Pero hay matices. "Creo que en general reciclamos, pensamos más en lo que comemos o en cómo se hace nuestra ropa... pero no somos estrictos. Creo que lo hacemos siempre que nos sea cómodo. Aunque nos preocupe el reciclaje, mejor si el contenedor de plástico está al lado de la puerta de casa", apunta Irene, de 29 años. Las empresas y las marcas lo saben y, empeñados en llamar su atención, no han tardado en sumarse a la fiebre eco. Sirva de ejemplo para quién los tacha de perezosos: los millennials son capaces de cambiar el mundo incluso cuando no se implican al completo.

Reivindicamos a los colectivos machacados por la sociedad de nuestros mayores: mujeres, homosexuales, negros...

El humor es sensible a los cambios sociales y en este caso, sirve como indicador de la brecha generacional. A un millennial no le hace gracia el chiste de "mi marido me pega" de Martes y 13, porque hasta Millán Salcedo llegó a disculparse por él. Tampoco series de culto como Friends o Seinfeldhan pasado su filtro, por tramas que a sus ojos son sexistas, homófobas o racistas. ¿Pecan de corrección política o son una generación superior? Lo explica el cómico David Suárez, de 26 años, autor del libro Agonía infinita. "Esa hipersensibilidad tiene que ver con una mayor concienciación social, pero también creo que tiene que ver con una búsqueda fallida de la felicidad. El hecho de no haber vivido una guerra ni una dictadura nos ha puesto en una posición de privilegio respecto a nuestros padres y abuelos. Y la paradoja de esto es que precisamente busquemos problemas de debajo de las piedras. Como no hay verdaderos enemigos, hay que buscarlos, de ahí que muchas veces todo sea potencialmente ofensivo. Por supuesto que esto tiene un lado positivo, y es que gracias a esta sensibilización cada vez más gente toma conciencia de la importancia del feminismo o de otros movimientos".


María, la concursante de 'OT 2018' que dividió el país con la palabra 'mariconez'.
María, la concursante de 'OT 2018' que dividió el país con la palabra 'mariconez'. 


Las sociedades avanzan y los millennials son el reflejo de la evolución. Han tomado conciencia de temas sensibles como el machismo, el racismo, la homofobia o la apropiación cultural, y han decidido abanderar la causa. El caso más reciente de nuevo lo tenemos en OT, cuando María propuso cambiar la letra de la canción de Mecano porque la palabra "mariconez" le parecía homófoba. "Qué importante es negarte a reproducir los estereotipos que han sido causa de opresión y sufrimiento hacia un colectivo determinado. Qué necesario es usar bien las palabras. Sobre todo cuando han sido utilizadas para insultarnos", comentaba al respecto el escritor y activista LGTB Roy Galán en Twitter.

Es mentira que no nos interese la política. Lo que no queremos es ESTA política

"Los millennials han matado la democracia". Este es solo uno de los muchos titulares que culpan a la generación de liquidar todo lo bueno del mundo moderno. La realidad es que ellos no han dinamitado el sistema, simplemente han dejado de creer en él. Según el informe Millennial Dialogue Spain, elaborado por la Foundation for European Progressive Studies (FEPS), el 78 % considera que los políticos ignoran sus opiniones y el 47 % está poco o nada interesado en política. ¿Las razones? “El alto nivel de corrupción, las promesas rotas y un sentimiento de decepción en los políticos”, detalla el informe.

“Hemos tenido la oportunidad de beber de muchas fuentes diferentes y por eso nos da un poco igual juntar la telebasura con el cine de autor. Ahí está la cuestión: en la alta y baja cultura"
PABLO, 29 AÑOS, RESPONSABLE DE MÁRKETING DE UNA EDITORIAL

Pero esto no significa que su supuesto narcisismo les impida ver la realidad. “Ha cambiado la forma de relacionarnos con la política. Antes la gente se implicaba directamente en la política activa: a través de sindicatos, votaciones o militancia. Ahora llevamos la política a nuestra identidad. No nos identificamos con un partido, porque no encontramos ninguno que nos represente, sino con una causa, como el feminismo o la lucha del colectivo LGTB”, opina Sergio, de 29 años, periodista. Los millennials no solo se indignan en redes sociales a través de ingeniosas campañas. Utilizan los hashtags para movilizarse y no dudan en salir a calle para participar en manifestaciones o huelgas. "Son consciente de que están en un mundo conflictivo y que van a tener que luchar para conseguir sus derechos y para lograrlo están dispuestos a participar en movimientos ciudadanos, o a participar en protestas, pero no a afiliarse a partidos políticos pues están desencantados con la política convencional", matiza el sociólogo Juanjo Torres.

Te voy a demostrar que no somos "dueños de la nada"

“Me encantaría conocer una sola idea millennial que no fuera un filtro de Instagram o una aplicación para el teléfono móvil. Una sola idea que trascienda y que se origine en su nombre”. El reto lo propuso el columnista Antonio Navalón el año pasado cuando publicó en EL PAÍS esa polémica columna sobre la generación Y, donde los coronaba como dueños de la nada. El periodista no tardó en desatar una ola de indignación y obtener su respuesta. Britanny Wenger (EE UU, 1994) creó Cloud4Cancer, un softwarede inteligencia artificial capaz de detectar el cáncer precoz con un 99,1 % de certeza. Miguel Luengo (España, 1981) diseñó MalariaSpot, un vídeo para acelerar el diagnóstico de malaria. Pablo Vidarte, Alexandre Díaz y Javier Rodriguez fundaron Bioo con solo 20 años, una compañía capaz de generar electricidad de la fotosíntesis de las plantas.
¿Casos más conocidos? Ben Rattray (EEUU, 1980) es el fundador de la plataforma change.org y Óscar Piere (Barcelona, 1992) de Glovo. Estos solo son algunos nombres al azar, pero basta con coger la lista de los 30 menores de 30 que publica Forbes cada año para rebatir la teoría de Navalón. No solo las redes sociales de las que se queja el periodista están diseñadas por millennials con grandes fortunas (el patrimonio de Mark Zuckerberg, creador de Facebook, asciende a 59,6 miles de millones de euros; y el de Kevin Systrom, cofundador de Instagram, es de 1,3 millones), también han conseguido adaptarse a la tecnología para inventar de la nada nuevas profesiones ( community manager, influenceryoutuberdigital strategist...) y un nuevo lenguaje a través de gifs o memes.

¿Derrochar dinero? No, al contrario: invertimos en causas que consideramos justas

Los millennials llegaron a un mercado laboral precario y muy competitivo. Con ellos experimentaron el trabajo de bajo coste, a través de prácticas no remuneradas o contratos precarios en el que asumían más responsabilidades de las estipuladas. Han visto como sus años de becario se alargaban más de lo esperado y que en lugar de ascender como le habían prometido, eran sustituidos por otros. Pero, como se suele decir, en tiempos de crisis aflora la creatividad. Y en este caso, la cooperación.

"El hecho de no haber vivido una dictadura nos ha puesto en una posición de privilegio respecto a nuestros padres. Y la paradoja de esto es que precisamente busquemos problemas de debajo de las piedras. Como no hay verdaderos enemigos, hay que buscarlos"
DAVID SUÁREZ, 26 AÑOS, AUTOR DEL LIBRO 'AGONÍA INFINITA'

“Los millennials están acostumbrados a solucionar problemas por su cuenta, porque el mercado y las circunstancias no se lo han permitido. Son creativos y están acostumbrados a cooperar. Han visto crecer plataformas de crowdfundingcouchsurfing, Airbnb o BlaBlaCar”, explica el sociólogo Iñaki Ortega. A través de plataformas de mecenazgo han dado pie a su filantropía, apoyando proyectos que merecen la pena y de otra forma no conseguirían financiación. Frente a la idea de que derrochan dinero, un estudio de Goldman Sachs en 2015 adelantaba que a los millennials les gusta invertir en causas que reflejen sus valores sociales, políticos y económicos; proyectos científicos, ecológicos y culturales.
Pero no es la última plataforma que ha cumplido sus expectativas ante la escasez de recursos. Gracias a BlaBlaCar y a couchsurfing (una web que te asegura un sitio donde dormir gratis en cualquier parte del mundo a cambio de un intercambio cultural) no han tenido que renunciar a esos viajes que tanto le reprochan sus mayores.


El actor Jaden Smith, desafiando los roles de género en falda.
El actor Jaden Smith, desafiando los roles de género en falda. 


Estamos dinamitando los roles de género: ahora no somos ni "nosotros" ni "nosotras", somos "nosotres"

“En cinco años, cuando los niños vayan al colegio llevando una falda, nadie les molestará. Yo me estoy llevando la peor parte al ser el primero, pero las próximas generaciones pensarán que ciertas cosas son normales, aunque en mi época no lo eran”. En 2016, cuando los medios creían que Jaden Smith(California, 1998) era solo un niño rico un tanto excéntrico, el hijo de Will Smith explicaba a la revista Nylon la finalidad de sus radicales estilismos: acabar con los estigmas de género.
Solo han pasado dos años de esta declaración y Zara ya ha incorporado faldas en su catálogo de hombres. Aunque Jaden pertenece a la generación Z, los millennials abrieron la veda a nuevas identidades, más allá de la clasificación binaria (y excluyente) entre hombre y mujer. Solo hay que recordar la portada de enero de 2017 de National Geographic sobre la "revolución del género". Los millennials vieron cómo el patriarca del clan Kardashian, Bruce Jenner, se convertía en Caitlyn y han normalizado etiquetas para que nadie se sienta marginado en su identidad sexual. Son conscientes de que el género se ha utilizado como un factor de desigualdad, por eso muchos han empezado a utilizar el lenguaje neutro, con la idea de que las palabras vaya perdiendo las connotaciones patriarcales establecidas.
https://elpais.com/elpais/2018/10/12/icon/1539366093_171447.html?id_externo_rsoc=FB_CM&fbclid=IwAR3EajhylFwE_AS-JKPPqmqeL-8lADY3bbm-5mXqVqcfJsZ-RXClk6IYOqc

lunes, 12 de noviembre de 2018

Educar sin gritos, educar desde el corazón y la responsabilidad

Educar sin gritos es la mejor opción que podemos asumir como padres y educadores. Gritar no es pedagógico ni saludable para el cerebro del niño, porque lejos de resolver algo lo que se consigue con ello es activar dos tipos de respuestas emocionales: el miedo y/o la rabia. Aprendamos por tanto a educar, a disciplinar desde el corazón, la empatía y la responsabilidad.
Quienes sean padres o quienes trabajen a diario en el mundo de la educación y enseñanza, se habrán visto tentados en múltiples ocasiones de alzar la voz para, en un momento dado, detener esa conducta disruptiva o desafiante, ese berrinche que desafía toda nuestra templanza. No podemos negarlo, momentos así hay muchos, son instantes en que el cansancio se combina con el estrés y el cupo de nuestra desesperación se desborda.

Los gritos no educan, educar con gritos ensordece el corazón y cierra el pensamiento

Ceder, dar paso al grito, es algo que hacen muchas personas. No es ningún tabú parental. De hecho, hay quien afirma que los gritos, como los “cachetes bien dados” funcionan, son útiles. Ahora bien, no nos equivoquemos, porque quien opta por educar con gritos y ve con buenos ojos estos recursos ha normalizado tales conductas: quizás las aplicaron con ellos siendo niños. Ahora, convertidos en adultos son incapaces de usar otras herramientas, otras alternativas más útiles y respetuosas.
Educar sin gritos no solo es posible, sino que es necesario. Disciplinar, corregir, guiar y enseñar sin recurrir al grito tiene un impacto positivo en el desarrollo de la personalidad del niño. Es un modo eficaz de cuidar su mundo emocional, de atender su autoestima, de dar ejemplo y hacerles ver que existe otro tipo de comunicación, esa que no duele, esa que sabe entender y conectar con las auténticas necesidades.

El impacto neurológico en el cerebro de los niños

Algo que como padres y educadores habremos notado en más de una ocasión es que a veces nos faltan recursos, estrategias y alternativas. Sabemos que el grito no es útil y que con él nunca se obtiene el resultado que uno espera. Lo que conseguimos es que en la mirada del niño aparezca el brillo del miedo, de la rabia contenida… Es necesario por tanto que aprendamos adecuadas claves para educar sin gritos, para dar forma a una educación positiva capaz de resolver con inteligencia este tipo de situaciones.
Así, un primer aspecto que no podemos perder de vista es el impacto que tienen los gritos por sí mismos en el cerebro humano y en el propio desarrollo neurológico del niño. El acto de “gritar” tiene una finalidad muy concreta en nuestra especie y en cualquier otra: alertar de un peligro, de un riesgo. Nuestro sistema de alarma se activa y se libera cortisol, esa hormona del estrés que tiene como finalidad poner las condiciones físicas y biológicas necesarias para huir o pelear.
De este modo, el pequeño que vive en un entorno donde se hace uso y abuso del grito como estrategia educativa, sufrirá alteraciones neurológicas muy concretas. El hipocampo, esa estructura cerebral relacionada con las emociones y la memoria, tendrá un tamaño más reducido. También el cuerpo calloso, punto de unión entre los dos hemisferios, recibe menos flujo sanguíneo, afectando así a su equilibrio emocional, a su capacidad de atención y otros procesos cognitivos…
El grito es una forma de maltrato, un arma invisible que no se ve, que no se puede tocar, pero su impacto es sencillamente devastador en elcerebro del niño. Esa liberación excesiva y permanente de cortisol sume al pequeño en un estado de estrés y alarma constante, en una situación de angustia que nadie merece y que nadie debería experimentar.

Educar sin gritos, educar sin lágrimas

Pablo tiene 12 años y no va muy bien en el instituto. Sus padres lo llevan ahora a una academia donde le dan clases extraescolares para reforzar varias asignaturas, en especial las instrumentales. Se levanta todos los días a las 8 y llega a casa a las 9 de la noche. Este trimestre, Pablo ha suspendido tres asignaturas: matemáticas e inglés. Dos menos que el trimestre pasado.
Cuando llega a casa con las notas, su padre no puede evitar gritarle. Le echa en cara su pasividad y todo el dinero que invierten en él “para nada”. Tampoco falta la típica frase de “tú no serás nadie en esta vida”.Tras la reprimenda, Pablo se encierra en la habitación diciéndose a sí mismo que el mundo no vale la pena, que quiere dejar el instituto e irse de casa cuanto antes, lejos de todo y de todos, en especial de sus padres.
Esta situación, conocida seguramente en muchos hogares, es un pequeño ejemplo de lo que ocasionan los gritos y unas palabras desafortunadas expresadas en un momento dado. No obstante, veamos con más detalle lo que algo así puede ocasionar en caso de que este tipo de reacciones sea algo habitual y reiterado en un entorno familiar.
Los niños y adolescentes interpretan el grito como reflejo del odio, de este modo, si sus progenitores se dirigen a ellos de esta forma se sentirán rechazos, no amados y despreciados.
La mente no procesa de forma adecuada la información que se emite a través de un mensaje emitido en un tono de voz elevado. Así, todo lo que se diga entre gritos carece de utilidad alguna.
Todo grito suscita una emoción, y generalmente lo que aparece es rabia y necesidad de huida. Con lo cual, lejos de solucionar algo lo complicamos mucho más.

¿Cómo puedo educar sin gritos?

Lo decíamos al inicio, existen múltiples alternativas antes de recurrir al grito, varias estrategias que pueden ayudarnos a construir un dialogo más reflexivo, una educación positiva basada en esos pilares donde construir un vínculo más saludable con nuestros hijos. Veamos ahora algunas claves básicas.
Debemos entender en primer lugar que gritar es perder el control.Así de simple. Por tanto, en el momento en que percibamos que aparece esa necesidad debemos tomar aire y reflexionar. Si nuestro primer impulso para terminar con la rabieta de ese niño de 3 años o para comunicarnos con ese adolescente de 12 es recurrir al grito, deberemos detenernos y entender que si alzamos la voz lo perdemos todo.
Siempre hay un motivo detrás de una conducta o de una situación determinada. Entender, empatizar con el niño es avanzar y para ello se requieren dos dimensiones: paciencia y cercanía. El niño que explota en un berrinche necesita que le enseñemos a gestionar su complejo mundo emocional. El adolescente acostumbrado a que se le diga qué debe hacer en cada momento necesita que le preguntemos qué piensa, qué siente, qué le ocurre… Ser escuchado de vez en cuando puede ser balsámico en esta y en cualquier edad.
Para concluir, educar sin gritos es ante todo una elección personal que requiere de voluntad y trabajo diario por parte de toda la familia. Cabe decir además que no hay una clave mágica que nos sirva en todas las situaciones y con todos los niños. Sin embargo, sí existen algunas que son útiles con la mayoría: compartir tiempo de calidad, darles órdenes coherentes, identificarnos como figuras de apoyo incondicional o incentivarles para que asuman aquellas responsabilidades que están a su alcance por su nivel de desarrollo.

Diez actitudes de las personas emocionalmente inteligentes


A veces la clave de la vida no está en saberlo todo, sino en poder responder a situaciones difíciles. Los expertos aseguran que estos son los rasgos que llevan al verdadero éxito.

Desde hace un tiempo el coeficiente intelectual ha comenzado a ser revaluado como el único método para saber si las personas son inteligentes. La vida demuestra que a veces quienes sacaban las mejores notas en la universidad no terminan siendo a quienes mejor les va en la vida. Esto porque el éxito depende de una buena mezcla de disciplina, empatía y manejo de los momentos importantes. Semana.com habló con la sicóloga española Ana Vico quien asegura que solo “se puede vivir plenamente si tienes a las emociones como tu aliado en este camino que es la vida”. Estas son para ella las caracteristas de quienes logran tener ese equilibrio en su vida.


1. Los cambios no son un problema
Quienes son emocionalmente más inteligentes no temen al cambio, pues son personas flexibles que se logran adaptar a las innumerables situaciones que se es presentan en su cotidiano. Aceptan el cambio porque ven en este una cercanía para llegar al éxito y a la felicidad. Para Vico, estas personas son más reconocidas en el ambiente laboral pues suelen adaptarse fácil a los ambientes de trabajo. “Los aspirantes con una alta inteligencia emocional son mejor valorados que las personas que a la primera de cambio se dejan vencer por las malas críticas o no toleran el estrés. Si supiéramos entrenar esa inteligencia emocional (que se puede), mejoraríamos tanto personal como profesionalmente. Todo son ventajas”, dice. 
2. Se conocen casi a la perfección
El saber sus fortalezas y debilidades es un rasgo característico de las personas emocionalmente inteligentes, saben resolver aprietos o dificultades al conocer su entorno y a sí mismos. Esta característica suele mejorar con los años. Un trabajo, publicado en la revista Physiological Science, derrumba el mito de que las personas pierden sus capacidades mentales con la edad. Según el estudio, liderado por Joshua Hartsworth, hay un proceso de desaceleración de ciertas funciones pero también hay áreas que con el paso de los años se vuelven más eficaces. En otras palabras, el foco de la inteligencia cambia y el cerebro se vuelve más lento pero más sabio a la vez.
3. Su empatía prima en todo su carácter
Tienen una gran capacidad para entender las situaciones de las demás personas, las entiende por lo que están pasando. Esto ayuda a que sean personas con las que se pueda comunicar más fácil y que proyectan un mayor nivel de cercanía. “Las personas con alta inteligencia emocional aprenden de los errores en vez de sentirse víctimas. También piden perdón cuando es necesario si han hecho algo que ha podido afectar a otras personas de manera negativa. Piden perdón de corazón y perdonan”, asegura Vico.
4. No se ofenden fácil
Al tener un amplio conocimiento de sí mismos, conocer sus habilidades, fortalezas y debilidades, muy difícilmente alguien los lastima. Son personas que están seguras de sí mismas, tienen la mente muy abierta y hasta incluso pueden burlarse de sí. “No se llevan las amenazas a lo personal y saben diferenciar entre hechos y opiniones. Diferencian las críticas constructivas de las críticas que sólo pretenden hundirlos y saben alejarse de comentarios despectivos que sólo traen destrucción. Saben distinguir entre los ataques y cómo reaccionan ante esos ataques y deciden hacerlo de la forma menos dolorosa para ellos mismos”, sostiene Vico. 
5. Saben cuándo y cómo decir que no
El autocontrol es algo que caracteriza a alguien emocionalmente inteligente. Usualmente las personas no saben cuándo o como decirlo, produciendo en ellos un nivel de estrés. Las personas emocionalmente inteligentes no utilizan las frases "no creo que pueda" o "no estoy seguro" para decir que no, simplemente van al grano. “Estas personas ponen límites cuando es necesario y defienden sus valores ante todo. La asertividad es saber decir aquello que sientes y quieres respetando tus derechos y los de los demás”, dice Vico.
6. Se enfocan en lo positivo
Una persona inteligente emocionalmente centra su atención en el lado positivo de cada situación que se le presente, aun cuando hay problemas. Buscan generar unas soluciones desde distintos puntos de vista a las adversidades que se les presentan, pues son conscientes que solo de ellos depende el estar bien o tener bajo control el momento
7. Son curiosas por naturaleza
Están constantemente preguntándose por todo lo que los rodea, principalmente por el alto grado de empatía que poseen, pues al preocuparse más por las personas que están cerca, se genera un creciente nivel de curiosidad
8. Prefieren alejarse de las personas "tóxicas"
Tienen muy claro con qué personas deben relacionarse, las características de las personas que los rodean son principalmente tres, optimistas, con una energía positiva y gente muy alegre.  En estas personas ven una buena influencia que los ayuda a tener una vida estable y una visión de mundo más sana; además de favoreces la creatividad de las personas con alta inteligencia emocional. “Al tener buenas vibraciones y rodearse de gente positiva, ven el mundo desde una perspectiva más sana y que favorece la creatividad. Suelen relacionarse con personas que sean buenas influencias y que les llenen”, concluye Vico en su portal. 
9. Un enfoque de proactividad
La proactividad se define como la acción o intervención activa de una situación que lo exija. Alguien con una inteligencia emocional alta decide qué hacer en cada momento y actúan antes de que la situación lo exija. Tienen una gran capacidad de reacción por su constante relación con el entorno, son proactivos, más no reactivos. “Saben gestionar su tiempo de trabajo y su tiempo de ocio, su tiempo de estudio y su tiempo de relax. Establecen horarios, planifican tareas y definen objetivos. No les importa cancelar planes si con ese tiempo pueden hacer algo prioritario para ellos. Conocen cuáles son sus valores y los riegan continuamente. Emplean su tiempo y sus días en aquello que les apasiona y lo dan hacia los demás como un regalo”, agrega Vico
10. Un vocabulario emocional bastante amplio
Las personas emocionalmente inteligentes tienen un vocabulario lo suficientemente extenso para definir con precisión su estado actual, cosa que solo un 36 por ciento de la gente puede realizar sin ningún mal entendido. Estas personas tienden a dominar de una mejor forma sus emociones, pues mientras que algunas personas definen su estado anímico con "me encuentro mal", los emocionalmente inteligentes se determinan con un sin número de sinónimos, frustrado, oprimido, ansioso, cansado, irritado y muchos más. “No se callan sus emociones, las escuchan y conocen qué quiere decir cada emoción en cada contexto. Saben regular la intensidad de sus emociones y expresarlas en la forma justa, tal y como ellos quieren. Son los dueños de su expresión emocional, no meros peleles a merced de sus emociones desbocadas”, asegura Vico en su web.

https://www.semana.com/vida-moderna/articulo/inteligencia-emocional-10-comportamientos-de-personas-emocionalmente-inteligentes/509673?fbclid=iwar0g6mdfqqlgevwey71xueml6ngl5rs4gsj3f2x9dsbnkgukbd0asv1-pc8